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Un informe conjunto del INTA, el CONICET y la Universidad Nacional de Córdoba reveló que incrementan hasta un 70% la infiltración del agua y elevan un 37% la calidad del terreno, frente al monocultivo de soja.
Actualidad06/05/2025
Camponoticias
La rotación de cultivos no solo diversifica la producción, sino que también fortalece la salud del suelo. Así lo determinó un estudio realizado por un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Centro de Investigaciones Agropecuarias (CIAP), Instituto de Patología Vegetal (IPAVE) (Córdoba), la estación Oliveros (Santa Fe), UFYMA e IMBIV – CONICET y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
El trabajo evidenció que la intensificación de los sistemas agrícolas, mediante la alternancia de granos y el uso de cultivos de cobertura de invierno, genera mejoras significativas en la calidad del suelo.
Entre los beneficios principales se destacan un aumento del 37 % en el Índice de Calidad del Suelo (SQI) en comparación con el monocultivo de soja, mejoras de hasta 70 % en la infiltración de agua y casi 30 % en la disponibilidad de nitrógeno.
“El sector agropecuario afronta el desafío de incrementar su productividad y competitividad, cuidando recursos como el suelo”, sostuvo Carolina Sasal, coordinadora del Programa Nacional de Recursos Naturales del INTA.
Según la especialista, los estudios aportan herramientas para valorar las prácticas de manejo que fortalecen la salud del suelo y del ambiente agropecuario. “Un sistema intensificado y diverso en cultivos, raíces, fertilizantes y enmiendas mejora la fertilidad y la eficiencia de la producción”, agregó.
El estudio comparó cuatro secuencias de cultivos diferentes
Los investigadores subrayaron la importancia de medir y conocer los efectos de las distintas estrategias de manejo sobre el suelo, ya que sus indicadores permiten anticipar si un sistema tiende a mejorar o a deteriorarse.
En el estudio encontraron mejoras significativas en las propiedades químicas, físicas y biológicas del suelo al intensificar los sistemas de cultivo.
“Nuestros resultados muestran que las secuencias de cultivos con alta ocupación del suelo mejoraron sus propiedades químicas y físicas, además de aumentar la abundancia y funcionalidad de la comunidad microbiana”, explicó Dannae Serri, investigadora del Instituto de Patología Vegetal (IPAVE). Según detalló, estas mejoras se reflejaron en un incremento del 37 % en el Índice de Calidad del Suelo (SQI) respecto al monocultivo de soja.
El estudio comparó cuatro secuencias de cultivos diferentes: monocultivo de soja, cultivo de cobertura/soja, maíz-trigo/soja y trigo/soja-cultivo de cobertura/maíz. La secuencia más intensificada —trigo/soja-cultivo de cobertura/maíz— mostró las mayores mejoras, con una mayor tasa de infiltración de agua y una menor resistencia mecánica a la penetración, indicadores clave de una mejor estructura del terreno.
Desde el punto de vista químico, las rotaciones que incluyeron cultivos de cobertura y cereales aumentaron el contenido de carbono orgánico y nitrógeno total del suelo. Según los datos del estudio, estas secuencias superaron en hasta 18 % al monocultivo de soja en carbono orgánico, mientras que el nitrógeno registró incrementos de hasta 38 %. “Este índice se construyó en base a indicadores como el carbono orgánico, el nitrógeno total, la infiltración de agua y la actividad microbiana”, precisó Serri.
Los beneficios también se observaron en la actividad biológica: el carbono de la biomasa microbiana fue un 32 % menor en el monocultivo de soja frente a las rotaciones más diversas, y la actividad microbiana general se redujo casi un 29%. “La rotación de cultivos de grano y la inclusión de cultivos de cobertura invernal mejoran la calidad del suelo y promueven beneficios para todo el sistema”, concluyó la investigadora. (CampoNoticias)

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